jueves, 30 de mayo de 2013

Finales

Una de las cosas que hace que una serie gane puntos para mí es el hecho de que termine. Me molestan las series que se quedan sin resolver por falta de presupuesto o de ideas. Son como las personas que pasan de refilón por nuestras vidas sin dejarnos profundizar en ellas. En cambio las series completas, tengan las temporadas que tengan y sean de mayor o menor calidad, dejan una huella indeleble en mi interior y mi alma siente algo de congoja por lo que esos finales suponen de despedida. Ayer terminé de ver una serie flojita, "Las chicas Gilmore". Confieso que me he tragado las 7 temporadas porque a mis hijas las tenía cautivadas y aunque no estará en mi top cien de series, no he podido evitar sentir cierta tristeza durante los instantes finales pensando que los personajes desaparecerían de mi vida. Recordé los lagrimones que derramé cuando escuché la voz de Sam Malone diciéndole a un cliente que intentaba entrar en Cheers "lo siento, hemos cerrado". O cuando los chicos de Friends dejan el apartamento y la cámara lo recorre mostrándolo frío, desnudo y con las llaves inútiles abandonadas sobre el aparador. O el brutal corte del "Don´t stop believing" que suena mientras los Soprano cenan en un drugstore. Podrían ser miles las referencias a personajes que me han acompañado durante mucho tiempo y que, de repente, se marchan de mi salón sin previo aviso dejando un vacío irremplazable. Creo que esa nostalgia se debe a nuestro perverso sentido de la posesión. Ya sé que puedo recuperar capítulos de todas esas series, pero no es lo mismo. Pasa como cuando alguien con quien convives día a día se marcha a vivir fuera. Siempre puedes viajar para verlo, pero no es lo mismo. Mientras veía el plano ñoño de Lorelai y Rory conversando a través del cristal de la cafetería de Luke me acordé de Sam Malone, de Joey, Ross y compañía, de Tony Soprano, pero también de Denny Crane, Héctor de la Vega, Josiah Barlett, Jack Shepard, Chanquete, Omar Little, Frasier, Jerry Seinfield, Jack Bauer, Kevin Arnold, Charles Ingalls, Heidi,...¡Jo! ¡Cómo os echo de menos!

3 comentarios :

  1. Me sucede exactamente lo mismo con las series (y películas) inacabadas. Pero hay algo aún peor, cuando trescientos años después tratan de resucitarlas repescando a los actores de antaño. De alguna forma se convierten en una versión fraudulenta de sí mismas. De la melancolía se pasa al patetismo.

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  2. Debo comenzar por reconocer que noy un gran seguidor de series. Y uno de los motivos principales son los finales. Precisamente los finales que nunca llegan. Aborrezco aquellas series que comienzan apasionantes, las sigues con atención esperando el próximo capítulo o temporada, pero por afán comercial las alargan y alargan de manera innecesaria. Esto hace que, en mi caso, pierda totalmente el interés.
    Tal vez con las personas suceda lo mismo. En ocasiones te encuentras a alguien que parece fascinante, pero con el tiempo descubre que sólo se dedica a dar vueltas sobre sí mismo sin llegar a ninguna parte. Y también se pierde el interés.

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  3. Comparto contigo Santi esa sensacion de abandono que queda cuando acaba una serie, aunque era mas intensa hace años cuando no había internet y dependías de que la television la programase... y por final no solo cabe entender cuando acaba la serie sino tambien cuando desaparece un personaje importante. Aun recuerdo el capitulo de Cheers, al final de la quinta temporada, en el que se despedía Diana (Shelley Long) que dejaba el bar y plantaba a Sam Malone a poco de casarse... pero la serie continuo muchas temporadas mas, y cuando pasó de TVE a Tele 5 perdí el interés, la cadena amiga la programaba cuando le salía de ahi...o cuando desapareció el personaje de Mark Green ( Anthony Edwards en Urgencias, muerte incluida... hay finales y subfinales.

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