viernes, 14 de febrero de 2014

UNA ESTRELLA NO CINEMATOGRAFICA


 
 
 
La idea original de este blog era hablar de futbol, cine y literatura desde un punto de vista muy particular, compartiendo sentimientos personales y sensaciones íntimas porque al fin y al cabo los lectores se presuponen amigos y conocidos a los que no me importa mostrar mi alma desnuda. Luego han sido la querencia, los hábitos y el entorno los que han conducido el contenido fundamentalmente hacia el terreno cinematográfico. Pero eso no quita para que, en ocasiones señaladas, reconduzca estas líneas y regrese momentáneamente al cometido inicial.

Hoy es una de esas ocasiones. Es 14 de febrero. Es el primer cumpleaños de mi tía Pilarín sin ella. Nos dejó hace pocos meses y es de esas ausencias que te dejan un vacío especial porque ella era muy especial como demuestran un par de anécdotas que quiero compartir.

La primera sucedió unos meses antes de casarme. Acompañado de la que entonces era mi novia y de su madre, fui al piso de San Pedro Nolasco para que conocieran a la famosa Tía Pilarín de la que tanto les había hablado. Después de tomar un café y de charlar durante un par de horas que sirvieron de presentación familiar nos dispusimos a marcharnos. La tía nos acompañó hasta la puerta del ascensor y casi cuando se estaban cerrando las puertas le dijo todo seria a mi futura suegra: “!Anda! ¡Qué morro vais a poner con este chiquillo!”. De estas hubo muchas porque mi tía Pilarín era graciosa, divertida, con un humor muy especial que no todo el mundo le pillaba. Pero daba gusto estar a su lado. Te hacía sentir muy bien y eso le hacía ser una compañía deseada por todos.

La segunda pasó a principios de 1995 cuando la empresa para la que yo trabajaba entonces decidió despedir a las 4 personas que formábamos la plantilla. En un principio yo estaba tranquilo, seguramente porque mi ingenuidad no me dejaba ser consciente de lo grave que podía llegar a ser esa situación. Una tarde fui con mis padres a ver a mi tía y a mis primas y, en un momento dado se las ingenió para quedarse a solas conmigo en el balcón que daba a la plaza. “¿Qué tal estás, prenda?” me preguntó con un gesto sombrío y preocupado que había permanecido oculto toda la tarde. “¿Qué vas a hacer ahora?”. Comprobé que estaba más preocupada que yo e intenté tranquilizarla contándole que tenía previsto aprovechar los meses de paro para acabar la carrera y dar clases de tenis por la tarde; que en principio no iba a tener problemas y que iba a tratar de sacar partido de la situación. Creo que la convencí porque todos los nervios que había escondido hasta entonces estallaron en forma de lágrimas y sollozos y entrecortadamente me juró que mientras ella viviera yo no pasaría apuros. Mi tía Pilarín era una persona muy generosa, desprendida y protectora con los suyos. Y con un corazón que no le cabía en el pecho.

En este blog es habitual que os hable de actores y directores que brillan por el extraordinario legado artístico que nos dejan. Permitidme que hoy haya rendido homenaje a otro tipo de estrella. A una mujer a la que he querido como quizás no fui capaz de demostrarle. A toda una señora que ha dejado un legado más valioso que las joyas cinematográficas de las que suelo hablar. Ha dejado a mis dos maravillosas primas y sus cuatro estupendos nietos. No hay “Cantando bajo la lluvia”, “Pulp fiction” ni “¡Qué bello es vivir!” que mejore ese reparto.

 

2 comentarios :

  1. Jolines has escrito de una manera que llega al corazón y hace que se me salten las lagrimas.......además yo también la conoci...............

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  2. Muchas gracias, Andaba Xey. Desde luego que está escrito con el corazón y como la conocías sabrás que lo que digo es cierto. Seguramente todos los que la conocímos podríamos contar varias anécdotas de esta índole

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